viernes, 7 de agosto de 2015

PROMESA DE DIOS


Una promesa de parte de alguien confiable lleva en sí el poder para transformar la mente y la actitud de una persona, y encender la llama de esperanza donde antes existía solamente depresión, temor y preocupación. Podría tratarse de una promesa por un nuevo trabajo, un mejor sueldo, una nueva casa, o el galardón por un trabajo bien hecho. Sin embargo, una promesa solamente tiene valor, si quien promete es una persona íntegra. La promesa de un mentiroso es como el viento que llega y desaparece.
En el universo no existe nadie más confiable que Dios. Desde el principio, Dios ha hecho sus obras a través de sus palabras, y ha declarado que su palabra es eterna y no puede fallar. Por su palabra, Dios creó el universo, el mundo y todo lo que en él hay.


 


La Palabra de Dios Tiene Poder
Es importante que sepamos que cuando Dios habla, sus palabras llevan en sí poder. El declara, “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir... así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:10-11). Entonces, podemos concluir que la Palabra de Dios representa su poder, su forma de cumplir con sus propósitos en la tierra. 









El Poder De Una Promesa de Dios


Una buena definición de una promesa podría ser: Una promesa de Dios es una declaración de parte de El que lleva en sí el poder para cumplirse, siempre y cuando las condiciones se cumplan.
Al pasar tiempo estudiando las escrituras es fácil encontrar muchísimas promesas hechas por Dios. Existen promesas en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, promesas que tocan cada área de la vida. Los pactos, o compromisos que Dios ha hecho con el hombre a lo largo de los siglos., se basan en promesas.


Un Mejor Pacto
Cuando hablamos de los pactos es necesario que entendamos que Dios ha hecho pactos a través de la historia para el beneficio del hombre. Por medio de Jesucristo, Dios hizo su último pacto, el más poderoso de todos. “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo (Jesús), cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas (Hebreos 8:6).
Cuando construimos un edificio, lo primero que tenemos que poner es el cimiento. Es el cimiento el que da fuerza y permanencia al edificio. Construimos un edificio sobre el cimiento. Podemos vivir tranquilos en el edificio, pues no se moverá porque tiene un cimiento sólido. Sin un buen cimiento, el edificio podría caer fácilmente. En el mundo espiritual existe un mejor pacto (contrato), establecido (construido) sobre promesas. Son las promesas las que dan fuerza, poder y autoridad al pacto. Sin las promesas, el pacto está vacío. Todo lo que Dios hace en el mundo lo hace a través de sus promesas. Lo que Dios quiere hacer en tu vida lo hará por sus promesas. Sus deseos para ti dependen de tu conocimiento de las promesas que Dios te ha dado. 


Las Promesas Siguen Vigentes

 
Las promesas representan la manera que Dios usa para establecer su voluntad en el mundo. Nuestra ignorancia o pasividad en cuanto a las promesas de Dios puede determinar la calidad de nuestra vida. En 2 Corintios 1:20, encontramos una declaración sorprendente. Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” En otras palabras, cada promesa que Dios ha hecho al hombre durante la historia sigue vigente, y está disponible para quien la tome. Existen promesas inferiores bajo el Antiguo Pacto, y promesas superiores bajo el Nuevo. Pero todas son en él Sí y Amén. 






 


Dios quiere salvar a todos, pero no todos desatan el poder de la promesa.  Ahora, veamos la importancia que Dios da a sus promesas. “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1:3-4). Déjenme ponerlo en términos más entendibles:
1.     Todo lo que necesitamos para vivir nos ha sido dado. Ya está disponible.
2.     Ahora depende de nuestro conocimiento de Dios y sus principios.
3.     Su gloria y excelencia nos han dado promesas.
4.     Para que por ellas participemos en la vida de Dios...
5.     ... y huyamos de la corrupción que existe en el mundo.


  


 
Una Promesa Es Una Semilla
Una promesa de Dios representa lo que Él quiere hacer en tu vida. El poder para cumplir la promesa se encuentra en la misma palabra de la promesa, como el poder para que crezca una manzana se encuentra en la semilla de la manzana. Mientras uno no siembra la semilla, no verá el fruto que potencialmente existe dentro. El poder para que brote un manzano, está dentro de la semilla. Es siempre “Si y Amén.” Simplemente requiere que sea sembrada en la tierra.








¿Cómo podemos activar las promesas de Dios?
1.     Llena tu mente y tu corazón con una visión de la promesa ya cumplida
·       Medita en la promesa día y noche hasta que sea real en tu corazón (Josué 1:8).
·       Mantén los ojos en la promesa y no en las circunstancias (2 Corintios 4:18).
2.     Proclama la promesa en voz alta constantemente.
·       Declara que ya es tuya (2 Corintios 4:13, Proverbios 18:20-21)
3.     Actúa y habla como si fuera la verdad (Santiago 1:23-25)
4.     Nunca dudes del poder de la promesa de Dios
·       Decide que vas a recibir lo que Dios dice (Santiago 1:6-8)
5.     No dejes de creer, hablar y actuar hasta que haya llegado la manifestación.
·       No te rindes nunca (Hebreos 6:12)
·       Sigue haciendo la voluntad de Dios (Hebreos 10:35-36) 






Cuando uno capta el potencial que existe en las promesas de Dios, y entiende que todo se puede desatar por fe, la vida cristiana se transforma de una rutina religiosa y aburrida en una aventura de fe, victoria y triunfo. Las circunstancias negativas no representan nuestro destino, sino que son obstáculos temporales que tienen que rendirse frente al poder de la Palabra de Dios a través de sus promesas. El creyente llega a ser el canal que Dios utiliza para realizar su voluntad en la tierra.

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