Una promesa de parte de alguien confiable lleva en sí el poder
para transformar la mente y la actitud de una persona, y encender la llama de
esperanza donde antes existía solamente depresión, temor y preocupación. Podría
tratarse de una promesa por un nuevo trabajo, un mejor sueldo, una nueva casa,
o el galardón por un trabajo bien hecho. Sin embargo, una promesa solamente
tiene valor, si quien promete es una persona íntegra. La promesa de un
mentiroso es como el viento que llega y desaparece.
En el universo no existe nadie más confiable que
Dios. Desde el principio, Dios ha hecho sus obras a través de sus palabras, y
ha declarado que su palabra es eterna y no puede fallar. Por su palabra, Dios
creó el universo, el mundo y todo lo que en él hay.
La Palabra de Dios Tiene Poder
Es importante que sepamos que cuando Dios habla, sus palabras
llevan en sí poder. El declara, “Porque como desciende de los cielos la
lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace
germinar y producir... así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía,
sino que hará
lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la
envié” (Isaías 55:10-11). Entonces, podemos concluir que la Palabra
de Dios representa su poder, su forma de cumplir con sus propósitos en la
tierra.
El Poder De Una Promesa de Dios
Una buena definición de una promesa podría ser: Una promesa de
Dios es una declaración de parte de El que lleva en sí el poder para cumplirse,
siempre y cuando las condiciones se cumplan.
Al pasar tiempo estudiando las escrituras es fácil encontrar
muchísimas promesas hechas por Dios. Existen promesas en el Antiguo y en el
Nuevo Testamento, promesas que tocan cada área de la vida. Los pactos, o
compromisos que Dios ha hecho con el hombre a lo largo de los siglos., se basan
en promesas.
Un Mejor Pacto
Cuando hablamos de los pactos es necesario que entendamos que Dios
ha hecho pactos a través de la historia para el beneficio del hombre. Por medio
de Jesucristo, Dios hizo su último pacto, el más poderoso de todos. “Pero ahora tanto
mejor ministerio es el suyo (Jesús), cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas”
(Hebreos 8:6).
Cuando construimos un edificio, lo primero que tenemos que poner
es el cimiento. Es el cimiento el que da fuerza y permanencia al edificio.
Construimos un edificio sobre el
cimiento. Podemos vivir tranquilos en el edificio, pues no se moverá porque
tiene un cimiento sólido. Sin un buen cimiento, el edificio podría caer
fácilmente. En el mundo espiritual existe un mejor pacto (contrato),
establecido (construido) sobre promesas.
Son las promesas las que dan fuerza, poder y autoridad al pacto. Sin las
promesas, el pacto está vacío. Todo lo que Dios hace en el mundo lo hace a
través de sus promesas. Lo que Dios quiere hacer en tu vida lo hará por sus
promesas. Sus deseos para ti dependen de tu conocimiento de las promesas que
Dios te ha dado.
Las Promesas Siguen Vigentes
Las promesas representan la manera que Dios usa para establecer su
voluntad en el mundo. Nuestra ignorancia o pasividad en cuanto a las promesas
de Dios puede determinar la calidad de nuestra vida. En 2 Corintios 1:20,
encontramos una declaración sorprendente. “Porque todas las promesas de Dios son en él
Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.”
En otras palabras, cada promesa que Dios ha hecho al hombre durante la historia
sigue vigente, y está disponible para quien la tome. Existen promesas
inferiores bajo el Antiguo Pacto, y promesas superiores bajo el Nuevo. Pero todas son en él Sí y Amén.
Dios quiere salvar a todos, pero no todos desatan el poder de la
promesa. Ahora, veamos la importancia
que Dios da a sus promesas. “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han
sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó
por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas
promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza
divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la
concupiscencia” (2 Pedro 1:3-4). Déjenme ponerlo en términos más
entendibles:
1. Todo lo que necesitamos para vivir nos ha sido dado. Ya está
disponible.
2. Ahora depende de nuestro conocimiento de Dios y sus principios.
3. Su gloria y excelencia nos han dado promesas.
4. Para que por ellas
participemos en la vida de Dios...
5. ... y huyamos de la corrupción que existe en el mundo.
Una Promesa Es Una Semilla
Una promesa de Dios representa lo que Él quiere hacer en tu vida.
El poder para cumplir la promesa se encuentra en la misma palabra de la
promesa, como el poder para que crezca una manzana se encuentra en la semilla
de la manzana. Mientras uno no siembra la semilla, no verá el fruto que
potencialmente existe dentro. El poder para que brote un manzano, está dentro
de la semilla. Es siempre “Si y Amén.” Simplemente requiere que sea sembrada en
la tierra.
¿Cómo podemos activar las promesas de Dios?
1. Llena tu mente y tu corazón con una visión de la promesa ya
cumplida
· Medita en la promesa día y noche hasta que sea real en tu corazón
(Josué 1:8).
· Mantén los ojos en la promesa y no en las circunstancias (2
Corintios 4:18).
2. Proclama la promesa en voz alta constantemente.
· Declara que ya es tuya (2 Corintios 4:13, Proverbios 18:20-21)
3. Actúa y habla como si fuera la verdad (Santiago 1:23-25)
4. Nunca dudes del poder de la promesa de Dios
· Decide que vas a recibir lo que Dios dice (Santiago 1:6-8)
5. No dejes de creer, hablar y actuar hasta que haya llegado la
manifestación.
· No te rindes nunca (Hebreos 6:12)
· Sigue haciendo la voluntad de Dios (Hebreos 10:35-36)
Cuando uno capta el potencial que existe en las promesas de Dios,
y entiende que todo se puede desatar por fe, la vida cristiana se transforma de
una rutina religiosa y aburrida en una aventura de fe, victoria y triunfo. Las
circunstancias negativas no representan nuestro destino, sino que son
obstáculos temporales que tienen que rendirse frente al poder de la Palabra de
Dios a través de sus promesas. El creyente llega a ser el canal que Dios
utiliza para realizar su voluntad en la tierra.
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